9.3.08

Naturaleza

La Naturaleza me sorprende cada vez que me reúno con ella. Sus amables hojas, ramas y flores escuchan inmóviles lo que tenemos que decir, con una paciencia que alcanza límites insospechados. De vez en cuando son mecidas por un viento travieso que va de camino a casa desde el principio de los días, pero esto no las distrae pues siguen en el mismo sitio prestándonos atención. Y más de alguna vez, al término de nuestra reflexión, querrán darnos su parecer en acto bondadoso, a modo de mensaje esquivo y quisquilloso que sólo se deja oír lejos del mundanal ruido. Porque la Ciudad y la Sociedad se han encargado desde su gestación de opacar estas luces -que en realidad provienen de nuestro interior-, de llevarnos por el vil camino del automatismo y de coartar nuestra libertad de pensamiento y actuar. Nunca veremos a una flor discriminarnos por nuestro aspecto físico o forma de vestir, por muy bella que ésta sea. Nunca veremos a un árbol pasarnos a llevar con prepotencia, por muy robusto que sea su tronco y por muy alto que se encuentre su copa. Nunca veremos a un ave desechar nuestras opiniones y rechazar el canto de nuestra alma, por muy hermoso que sea su canto. Y nunca veremos al sol negar su luz a las nuevas ideas.


Place To Be - Nick Drake