7.12.11

Ya no escribo porque me aprisiona la constante búsqueda de la verdad. Busco fuera de mí y fracaso, porque no hay verdad sino ideas en conflicto. Busco en los grandes que pasaron su vida pensando, y paso por alto que llevo una vida viviendo. Acudo a los detentadores, leo sus pretendidas verdades y luego lucho contra mí mismo para dar cabida a una verdad que no es verdad, porque no es mía -la única jaula con sentido es aquella que limita la verdad a los confines del individuo. Anhelo encontrar al mesías adecuado, al dueño del mañana... y el mañana no existe. No hay futuro, no hay profetas, no hay recetas. No hay bien común. No sé si nacemos buenos porque no sé lo que es bueno, yo solo conozco mi causa. Solía hacer como si nada cuando me hablaban de lo objetivo, pero hay tantos mundos como sujetos hay en el mundo. Ya no veo más que dogmas en su amor por lo evidente. No sé si alguna vez convivan la libertad y el socialismo, si hay un comunismo libertario o un instintivo apoyo mutuo. No quiero combatir sus ejércitos enlistándome en otro ejército, el de la mezquina ideología que se eleva en estandartes de uniformidad. Escupo a quien me tilda de relativista o idealista, por el solo hecho de no encajar en su dialéctica de mierda. Reniego de su historia, porque mi camino no está trazado. Por nada. Por nadie.