28.3.09

El Cigarrillo

Hola oscuridad, nos volvemos a ver. Hoy vuelvo a ti con un ánimo renovado de llorar hasta morir, de ser el más desdichado del pueblo. Puse la música más triste que encontré, y tengo la sensación de que esta vez será memorable. Pero siempre es lo mismo, al día siguiente ya nada es igual, y el recuerdo no tiene comparación alguna con el momento en sí. Durante el día es imposible volver a vivir esa angustia tan adictiva, esa catarsis de la propia tragedia, ese vértigo de estar parado al borde del abismo y no poder saltar ni dar un paso atrás. A veces me gustaría eternizar las noches, para tenerte siempre a mi alrededor, oprimiéndome y obligándome a mirar hacia adentro. Bueno, aquí me tienes, volviendo a abrazar esos malos recuerdos de situaciones que construí en mi cabeza, de conflictos que nunca empezaron, de sufrir a causa de personas que nunca se enterarán de que causaron daño. La paradoja de sufrir por culpa de los inocentes. Y se acaba la noche, y salgo al mundo para encontrarme con sonrisas, y yo devuelvo sonrisas también, y al anochecer vuelvo a encontrarme contigo -y conmigo- y me reprocho por la hipocresía eterna que es mi vida, un eterno olvidar las noches y danzar como un estúpido al compás del optimismo.

3 comentarios:

Clau dijo...

Me gusta hacer largas las noches cuando tienen algo importante que decir. A veces, las cosas más bacanes pasan de noche

Saludos :)

Simón Yáñez dijo...

Algún día seremos sinceros y la gente nos expulsará de su supuesta utopía. Y comenzaremos nuestra propia quimera, sin ataduras costumbristas, y será tan real como lo falso que estamos viviendo.

Ya llegará el día en que aquellas noches serán eternas.

A. Amapola Oriali Makarova dijo...

Dos gracias. La primera por la existencia de este blog, y la segunda por vuestro comentario.