La primera polvareda a la distancia crea la ilusión de un gran día por delante. Yo no le rezo a nadie, pero si ese hueón nos lleva le hago un altar. Pasa de largo y nos quedamos inmóviles sobre el ripio entre nubes de polvo. Vuelvo a afirmar: la expectativa crea el sufrimiento.
El primer cigarro, el primer sorbo, el primer descanso quieren ser los últimos. La primera noche quiere ser la última. La tercera quiere ser la vencida.
Todo quiere ser definitivo, y nada está escrito.
Varados. Escucho otro auto...
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