18.6.08

Añoranza

De nuevo en el balcón nublado, rodeado de los helechos en maceteros polvorientos y de la pintura blanca que nunca termina de caerse a pedazos, como intentando recordarte que esto no se acaba, no señor... Abajo la calle, nublada también, llena de bicicletas tiradas junto a los pórticos, de esas que por algún motivo nadie se digna a recoger; llena de bancas viejas y de vereda vieja, con pastelones cuadrados, toscos y deprimentes -el musgo se desborda por entre las grietas que da gusto-; llena de ese escarabajo verde, destartalado y abandonado -que puta que se las arregla para llenar el espacio con su decadencia infinita y majestuosa-... y te haces parte de esa calle, te sumes en ella, quedas empapado de ella, se impregna en ti. Es un momento glorioso... y ahora viene la música, esa canción, que descubriste hace un par de años pero que te remite a tu infancia más remota, ese dispositivo de la nostalgia; los abuelos, la plaza, Caballeros del Zodiaco, galletas de navidad, todo junto en una sustancia compacta, sintética e indescriptible que te anuda la garganta. Y ahora es cuando lloras, y por un buen rato.

Melancolía Y Misterio De Una Calle - Giorgio De Chirico

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